Silencio, porque callo.
Silencio, por miedo a lo desconocido.
Silencio. Así lo prefiero, cuando mi diálogo se convierte en monólogo ante la ausencia de tu réplica; cuando mi discurso no aporta nada.
Guardo silencio y no hago preguntas porque temo que tus respuestas no sean las esperadas; porque no quiero aventurarme en conversaciones que me lleven por derroteros no deseados.
Silencio, porque la verdad de ahí fuera sea tan cruda, que de un sólo golpe certero, acabe con todas mis ilusiones.
Guardo silencio y no hago preguntas porque temo que tus respuestas no sean las esperadas; porque no quiero aventurarme en conversaciones que me lleven por derroteros no deseados.
Silencio, porque la verdad de ahí fuera sea tan cruda, que de un sólo golpe certero, acabe con todas mis ilusiones.
Silencio, envolvente y denso; tanto, que casi se puede cortar. Sólo
se oye mi pausada respiración, el roce de mi pluma escribiendo en el papel y el infinito tic-tac de las manecilla del reloj. Y yo, temerosa de romper tan mágico momento, con sigilo y de puntillas, me retiro de mi
escritorio. No más palabras. Silencio.
Más relatos en La trastienda del pecado
Ssss no quiero estropear tu momento de silencio, también me retiro de puntillas sin hacer ruido.
ResponderEliminarMágica tu pluma.
Un beso enorme.
A veces el silencio es así, expectante, sigiloso, que "casi" no se nota.
ResponderEliminarMe gustó.
Besos.
Has descrito muy bien el sentido del silencio y la labor que ejerce en el ser humano ..así pues de puntillas salgo de tu rincón para no estropear este momento ..
ResponderEliminarUn abrazo y un besote ..
Buenas descripción y casi homenaje cuando se necesita ese silencio.
ResponderEliminarPor los silencios, que nos dejen salir de los ruidos. Un abrazo y feliz jueves
Y tan necesario -ese denso silencio- para la reposición del energía del alma, agobiada por el ruidoso trajín cotidiano.
ResponderEliminarBesos, mar
En esta vorágine de ruido y prisa, se nos ha olvidado la pausa y la calma. No recordamos como suena la tranquilidad.
ResponderEliminarSaludos!
El relato transmite de inmediato momentos en que necesitamos de ese silencio para reflexionar , meditar y encontrarnos , MUY BUENO a menudo nos olvidamos de el y nos aturdimos . Un abrazo
ResponderEliminarCuando se rompe el silencio, se hacen añicos los pensamientos.
ResponderEliminarBesos.
Ese silencio no es de los buenos.
ResponderEliminarDeberías acabar con él antes de que él acabe con las ilusiones.
Ese silencio vale oro.
ResponderEliminarNo hay que bajarse de ahí... pues los más confunden bondad con... ve hasta dónde pueden llegar;)
Pues no hay mayor silencio, como el que con él, le devolvamos el mismo desprecio, orgullo y vanidad mostraron en su momento.
Lástima que el silencio, hoy, valga más que aquella palabra, sinónimo el de un arma cargada de futuro, en el que a corazón abierto, uno/a abriera paso a mil ilusiones, sin que ningún cobarde acabase con ellas.
Genial relato, Mar.
Bss.
Como dices, para lo que hay que oír, mejor silencio que palabras sin sustancia.
ResponderEliminarUn abrazo
Casi paso de puntillas despues de leerte, que momento más magico, solo tu y el silencio....besos silenciosos.
ResponderEliminarComo un silencio obligado que redime un poco el paso por la vida y ofrece a su vez ese momento en que la pluma es magia
ResponderEliminarAbrazos
Como dice la frase popular, el silencio es oro, un oro superior al oro material. El silencio es místico, con la paz de la mente. Precioso texto, Mar.
ResponderEliminarAbrazo
Impecable y emotiva descripción de ese momento, Mar. Un placer leerte. Un abrazo
ResponderEliminarNada tan hermoso como el silencio cuando sobran las palabra pero tu tienes un don especial con ellas, gracias por deleitarnos con tus palabras, y con tus silencio. Un saludo.
ResponderEliminarLa mejor descripción sobre el silencio que he leído en mucho tiempo. Con esto espero manifestarte mi admiración y enhorabuena, no precisso añadir más palabras.
ResponderEliminarExcelente relato.
Un abrazo.
El silencio es eso tan especial, que tiene un poco de divino, de tortuoso y placentero. Es el páramo tan nuestro donde cultivamos todas nuestras alegrías, nuestras penas. Las lagrimas y las sonrisas cuando en leves muescas nacen de nuestros labios.
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