Mar



En el garito que hay tres curvas antes de llegar al inframundo, apuraban la última jarra de ese oloroso brebaje dos conocidos de siempre. 

- Y dígame siniestra dama ¿que hizo el gato, para que la curiosidad lo matara? -preguntó don Diablo a la Parca.

- No lo quieras saber, tenebroso caballero. Ocasión tuviste de averiguarlo y no te atreviste. ¿Acaso temiste correr la misma suerte que el minino? -respondió la muerte, burlona.

- ¿Quieres enterarte si lo averigüé o no...? Igual lo se y lo único que quiero es comprobar si mis pesquisas son correctas -dijo el diablo tuteándola a su vez- Sabiendo que tienes en tu haber registro con fechas y  causas de muerte...

- Seguramente lo sean, pues todos sabemos que  "más sabe don Diablo por viejo que por diablo"- sentenció la Parca con su desdentada sonrisa.

- Entonces lo tomaré por un sí -añadió don Diablo fastidiado ante el descaro que tuvo la Parca en llamarle viejo.

- ¿No me vas a decir que le pasó al gato? Nomás por corroborar que estás en lo cierto... -preguntó ella disimulando su curiosidad.

- Pues no, no te lo voy a decir... ¡Eso por llamarme viejo! -rezongó llevándose la jarra a los labios- Por cierto, ¿no se te escapa este bebedizo entre los huesos?

- Y tú, ¿de  verdad matas moscas con el rabo cuando te aburres? -le espetó por toda respuesta, un tanto jocosa.

...

Y así, querido lector, una vez más me quedé con la curiosidad de saber qué o quién mató al gato.

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Mar

Hoy, Mag nos propone escribir una anacronía. Debemos escribir un relato utilizando el tiempo presente con reminiscencias al pasado o bien con una supuesta realidad futura. Aquí os dejo mi aportación.


Amor de carnaval

Son las ocho de la mañana. La radio despertador de Gumersindo, puntual como un rayo, se activa a todo volumen con lo quiera que sea que suene ahora mismo en radio Nostalgia FM. Malhumorado, se despereza y de mala gana, baja el volumen de la radio un poco, cuando empieza a sonar esta  melodía de Mocedades

"...  ♪♫♫... Es que sí, 
es que no, 
un amor de carnaval 
y una noche 
que no puede acabar mal...♪♫♫..."

Bonita canción, que a Gumersindo le deja un sabor agridulce...

En carnavales conoció a Rosa, durante el desfile de disfraces del domingo por la tarde. Iba disfrazada de enfermera, con un atípico uniforme de colores estridentes del cual destacaba la cofia en amarillo chillón; detalle que enseguida llamó su atención. Él, disfrazado de Groucho Marx, no  dudó en aprovecharse de jovialidad que su personaje le brindaba para vencer su timidez natural y abordar de lleno a Rosa.

- Señorita, ¿bailaría usted conmigo el primer pasodoble en la verbena de esta noche?- le soltó, puro en mano, con su mejor sonrisa.

- Faltaría más, señor Marx- concedió Rosa, muerta de risa

De aquel baile, salió una cita. De aquella cita, surgió el amor... Y como era previsible, despues del amor, vino el desamor, sin que nadie lo llamara. 

Desde entonces, Gumersindo no cree demasiado en el amor; al menos, en el amor de carnaval. Dice que aquel amor le duró el tiempo que tardaron las máscaras en caer, el tiempo que tarda en bajarse el telón despues de una función, el tiempo que tardaron los disfraces en desaparecer.

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