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Imagen tomada de Intenet



Ariadna en el laberinto.

Una vez más me encuentro en ese laberinto al que tanto temo porque me es muy difícil salir de él: el laberinto del caos. No encuentro el extremo del hilo que me ayude a deshacer el camino. Lo he perdido... no se en qué momento. Solo se que me hace falta y  no está donde lo dejé: anudado a la trabilla de mi pantalón.

Ahora temo que el Minotauro salga a mi encuentro y yo no esté preparada para hacerle frente y me arrastre con él a esos inframundos de desolación que tu inesperada ausencia me dejó. Por eso corro sin sentido alguno entre las paredes del laberinto; igual giro hacia u lado, igual giro hacia otro totalmente opuesto. Lo único que intento es no escuchar los lejanos y espeluznantes bramidos del Minotauro que, en breve, puede acercarse peligrosamente a mi.

Teseo está fuera, esperando que a mi regreso, mi desorden y mis miedos queden atrapados aquí dentro. No se si lo conseguiré yo sola y, sin embargo, soy plenamente consciente que de nadie más que de mi, depende. Así que cierro los ojos en busca de serenidad y en la inmensidad de la oscuridad vislumbro el brillo dorado del hilo que he perdido... Un viento suave me trae tu voz que en un susurro me dice:

     - Aquí tienes tu hilo. Cógelo. 

Siento el tacto fresco de tu mano inmaculada sobre la mía entregándome tan valioso regalo. Yo, me apresuro a abrir los ojos para verte una vez más, pero ya te has marchado.

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Mar
Título: SITUACIONES INÉDITAS.

Tema: este libro recoge situaciones nada corrientes en el día a día; pero, que en este estado de confinamiento, suelen aflorar de la forma más inesperada.

Estilo: narrativa.
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Sipnosis: Gumersindo es un todo un personaje: por como es, como vive y como cavila la forma de no gastar ni un céntimo de más.

Dedicatoria: Para ellas.

Prólogo:

Capitulo I

Hoy, como cada mañana, me preparo mi café con leche y me pongo a tomármelo en el alféizar de mi ventana. Todo el mundo sabe (sabemos) que no se puede y no se debe salir de casa; así que reemplazo el café que en otros tiempos (no tan lejanos, pero ya me empiezan a parecer años) he compartido con mis compañeros de trabajo por este otro café solitario buscando amenizarlo con lo poco que suceda en la vía pública.

La mañana es primaveral, se adivina un día soleado. El canto de los pájaros se oye con total claridad, ahora que el tráfico es casi nulo y... ¿que estoy viendo? No me puedo creer el golpe de suerte que acabo de tener: por la acera de enfrente se acerca Gumersindo.  Los que ya lo conocéis, sabéis lo particular que es... pues bien, en cuarentena, no iba a ser menos. 

Va andando muy derechito, con su pelo repeinado hacia atrás. Lleva su traje azul marino de raya diplomática, pero hoy  no se le ve el lamparón en la solapa porque lleva una rosa prendida en el ojal.

- Lo de la rosa será por la celebración de San  Jordi, pero le falta el libro. Lo que daría yo por saber que lee el bueno de Gumersindo- pienso para mis adentros.

Se ha puesto unos guantes naranja fosforito (de esos de uso doméstico para hacer limpieza) que destacan  a la legua. Por mascarilla,  no se le ha ocurrido otra cosa que acoplarse un embudo de hojalata como el que lleva "El hombre de hojalata" en "El mago de Oz" a la cara. Le ha pasado una goma por la anilla que tiene en la boca ancha y se lo ha anudado detrás de la cabeza y a la boca estrecha le ha puesto una bola de algodón para filtre el aire. Según va andando, el sol se refleja en la superficie del embudo y le arranca cada destello que parece un lucero descarriado.

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