La propuesta del pasado jueves es la siguiente: elegir un libro que hayamos leído, copiar el primer párrafo de la página 53 y a partir de ahí, relatar lo que aconteció después según cada uno.
Travesuras
de la niña mala. Mario Vargas Llosa.
“Arnoux
estaba allí, en una mesa de la terraza protegida por una vidriera,
fumando con boquilla de marfil , y tomándose un café. Parecía un
maniquí de Vogue vestida toda de amarillo con unos zapatitos blancos
y una sombrilla floreada. El cambio era extraordinario, en verdad.”
La
última vez que la vi, cinco años atrás, fue en la cafetería de
la facultad de medicina. Por entonces estaba en el segundo curso de
carrera y vestía de aquella forma bohemia que a algunos estudiantes
les había dado por llevar. La larga melena de pelo se la retiraba
de la cara sujetándola con un pañuelo a modo de diadema. Entre
cafés y cigarrillos, me contó sus intenciones de dejar sus
estudios. Me dijo que estaba harta de la medicina, que no le gustaba
ni sentía vocación alguna. Que si se había matriculado en la
facultad, era por no darle un disgusto a sus padres, quienes tenían
más empeño que ella en que fuera médico.
Yo
me quedé algo aturdido, pues no daba crédito a lo que estaba oyendo
y más despues de llevar dos años de estudio con unas notas
brillantes. Así que le pregunté que haría en lugar de seguir
estudiando.
Dedicarse
a la moda. Es fue su respuesta. Sí, desfilar en pasarelas, ser la
imagen de alguna firma en prendas de vestir, posar para reportajes
fotográficos... Fue entonces cuando pasé del aturdimiento a la
estupefacción. No tenía nada que ver lo que había hecho hasta
ahora con lo que pensaba hacer. Cuando salí del shock que me
produjo su decisión le dije lo que seguramente estaba esperando oir
de mi; le dije que si eso era lo que quería y que si lo tenía
claro, que adelante. Lo cierto es que era bastante guapa. Con el
toque de un buen estilista y algo de deporte, sacaría buen partido
de sí misma.
Así
que colgó la bata de las prácticas, archivó los libros, metió lo
imprescindible en una maleta y una visa en su cartera y se marchó a
París.
Nunca
perdimos el contacto, bien a través de e-mails o de llamadas
telefónicas seguíamos contándonos nuestras vidas. Aproveché uno
de mis congresos sobre medicina, celebrado en París, para volver a
vernos. Y allí, en una terraza de aquella plaza, quedé con ella.
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Que noo, tampoco te adiviné.
ResponderEliminarOtra cosa es lo que he disfrutado con este relato, tuyo Mar. Eso de no perder el contacto buena cosa, las vidas se alejan pero nunca se pierden del todo.
Besito juguetón y lunero.
Y fui allá y no adiviné ninguno.
ResponderEliminarMe encantó tu relato porque acabo de leer el libro de Vargas Llosa y perfectamente podrían haber ido los derroteros de la novela por ahí, en vez de los que el autor eligió.
ResponderEliminarBuen libro, aunque mira que es mala la niña.... :)
ResponderEliminarBss
No he leído el libro, pero sí tu relato.
ResponderEliminarCreo que le falta el final. Quiero decir, qué cómo la encuentra tras esos años pasados sin verse. Tal como la describe Vargas Llosa en el párrafo, o completamente cambiada y, acaso, derrotada.
besos
No. Otro texto en el que resbalé estrepitosamente! jejeje...no logré identificarte y conseguiste metamorfosearte muy bien con la trama del párrafo original.
ResponderEliminarUn abrazo!
Se lo adjudique a otro y mira eras tu la autora. Así que sigo coleccionando engaños, jajaja
ResponderEliminarMe ha gustado tu aporte.
Abrazo y buena semana.
Que buena historia, inspirada en el fragmento. Y está bien, es mejor una modelo feliz de serla que una medica sin vocación. ¿quien quiere ser atendido por una medica sin vocación?
ResponderEliminarA medida que voy descubriendo autor-texto, me voy dando cuenta que con un poquito más de tacto y observación, se podría haber llegado a buen destino. Pues... no lo logré. Lo más gracioso es evidenciar a quiénes terminé adjudicando las autorías. En fin, el despiste fue grande como geniales todos los relatos que formaron parte del jueves.
ResponderEliminarUn beso!
Gaby*
Cada uno de los textos que leí tenían algo especial, pero este no pude saber de quién era, mi confusión se agigantó a medida que iba leyendo.
ResponderEliminarUn hermoso relato Mar, felicidades
Un beso.
Creo que no te habría acertado ni si me hubieran dado varios intentos. Recuerdo que lo clasifiqué como escrito por un hombre hasta que en el último repaso pensé que no, que podía ser de mujer. Y sí, pero no de la que pensaba.
ResponderEliminarBesos Mar.
Me encanta el relato... no hay distancias. Precioso.
ResponderEliminarBesos abisales
Me gusta aquella postura resuelta de "Arnoux", firme y decidida, dispuesta a hacer lo que en verdad le produciría la felicidad o comodidad.
ResponderEliminarDe lectura fluída, dinámica y rápida. Entretenido.
Saludos.
Yo conocí a uno, en la carrera, que se dejó los estudios para viajar y conocer mundo. Pero nunca más supe de él, ni siquiera sus padres, a los que conocía por el tema de ir a veces a su casa.
ResponderEliminarUn beso
GRACIAS QUERIDA AMIGA POR VENIR A TOMAR EL TÉ CONMIGO Y POR DEJARME TUS PRECIOSAS PALABRAS QUE VALORO MUCHO, SE TRATA DE COMPARTIR, DE EMOCIONARSE, DE TRANSMITIR... A TODOS NOS GUSTA DEJAR MENSAJES.
ResponderEliminarMUCHOS BESOS.
PD NUNCA PUDE LEER UN LIBRO DE VARGAS LLOSA. LO CONSIDERO UN AUTOR EXCELENTE. TU RELATO ME GUSTO MUCHO. TE FELICITO.
Has sabido continuar de forma magistral ese fragmento de la pagina 56.
ResponderEliminarHas pasado de la infancia a la juventud de esa chiquilla con vestidito amarillo.
Y además le has dado una vuelta de tuerca a la historia convirtiéndola en una luchadora que sabe qué quiere ser en la vida y se esfuerza por conseguirlo sin miedo.
Enfrentándose a todo por alcanzar el sueño deseado.
Me gustó mucho.
Besitos mediterráneos.
Me gusta pensar en que aunque mucho no alejemos nunca nos perdemos para siempre.
ResponderEliminar¡qué grande, Mar!
Un abrazo.
Y qué fue de su vida?
ResponderEliminarBesos.
Esto me parece haberlo vivido... pero al revés.
ResponderEliminarBesos, Mar.