El convento de Santa Cándida, como cada año por estas fechas, ha vuelto a abrir el despacho de dulces que, con mucho amor (…), elaboran las monjas. Mazapanes, turroncillos, hojaldradas, bizcochos, empanadillas... y el producto estrella, no por lo conocido sino por el éxito de ventas que obtuvo la temporada pasada: los suspiros de monja.
Hace unos dos años entró una
novicia, Marie, en el convento venida de tierras lejanas, sí, de
aquellas llamadas del sol naciente (los caminos del señor son
inescrutables..., dicen). Trajo consigo, además de su vocación y su
fe, maña para la cocina, condimentos e ingredientes desconocidos, en
su mayoría, por las hermanas.
No tardó mucho en familiarizarse con
los fogones y con las costumbres del convento; y cuando ella
cocinaba para las demás, no dudaba en dar su toque particular a los
platos, que en el refectorio eran recibidos como evidente aprobación por parte de las monjas. De ahí que cuando llegó la
hora de elaborar los productos navideños, Marie, por iniciativa
propia y en secreto, añadió uno de esos ingredientes exóticos a
los suspiros de monja... y el resultado fue un éxito total de
ventas.
No es de extrañar que en estas frías
mañanas, haya una larga cola, de gentiles damas y nobles caballeros,
en puertas del despacho del convento. Se ha corrido la voz que los
suspiros de monja del convento de Santa Cándida no sólo sacian
paladares exigentes.
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Que monja tan deliciosa...
ResponderEliminarBesos.
A ver, a ver, MÁS PISTAS DEL INGREDIENTE, jeje...
ResponderEliminarSí, doy fe, se ha corrido la voz!!!! Sshhhh
ResponderEliminarIngrediente? Supongo que amor, muuuuuucho amor.
Aaayyyyaaaauuuu ;)
Qué ganas de probar esos suspiros, han de ser tranquilizadores.
ResponderEliminarMisterioso condimento que alimenta el paladar y lleva a todos un dulce suspiro para los enamorados que quedan atrapados en sus mieles saciando sus sentimientos...
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Un relato absolutamente delicioso, tierno y sugestivo para dejar volar nuestra imaginación hacia el ingrediente exótico que tantos suspiros debió provocar.
ResponderEliminarUn abrazo.
mmmmm je je.....
ResponderEliminarUna monja con vocación pagana, de rendirle culto a Afrodita.
ResponderEliminarSi es el que yo me imagino, no me extrañan las colas.
ResponderEliminarQue delicia estar en esa cocina, colaborando y probando tanto manjar.
ResponderEliminarUn abrazo
Lola
Pas mal eso del convento, cocinitas y dulces, paz y meditación.
ResponderEliminarFamosos suspiros de monja ¿por qué suspirarán?
Un besito.
No me extraña que haya cola...
ResponderEliminarMe recordaste el libro de Esquivel, Como agua para chocolate.
Besos, Mar.
Una de las actividades destacadas al parecer de los conventos: la cocina y las delicias preparadas por las monjas. Seguro que tendrán tiempo y oportunidad para experimentar y probar recetas... ahora, una Marie, con cualidades e ingredientes secretos... ya es otra cosa! Quiero probar! Creo que me pondré en la cola!
ResponderEliminarUn buen u diferente enfoque le has dado al tema propuesto!
Besos:
Gaby*
Me pregunto qué llevarían aquellos suspiros. La verdad es que las monjas hacen unos dulces riquísimos. Un beso.
ResponderEliminarO estoy muy espeso, o algo me falta para saber de las delicias de esos suspiros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué secreto tendrá esa receta?
ResponderEliminarLa verdad es que hacen cosas exquisitas.
besos
Se me ha ocurrido que su receta fuera afrodisiaca, pero tal vez es que nosotros siempre pensamos en lo mismo.
ResponderEliminarBuena historia, Mar. Besos.
Una monja que no sólo satisfacía el espíritu sino el estómago.
ResponderEliminarBonito relato.
Un abrazo
Con tanto convento en este jueves, pues sentí deseo de comprar las ricas magdalenas de las monjas carmelitas. Ayer me hice con un kilito, pero Mar, en la lista de dulces no estaban esos suspiros...la próxima le pregunto por que ese ingrediente no lo llevaban las magdalenas jajaja.
ResponderEliminarMe gustó mucho tu convento.
Un abrazo.
Que si, que es verdad que existe ese dulce, que se han ido pasando el secretillo de convento en convento y ya no es la novicia Marie, si no sor manuela, sor camila, sor dorotea sor-presa... las que elaboran a destajo para la Navidad.
ResponderEliminarUn besazo
Imposible resistirse a estos suspiros o gemidos de candidez que la novicia fue desperdigando por toda la ciudad... jaja
ResponderEliminarEstá muy entretenido, Mar.
un abrazo
Se me ocurren algunos condimentos especiales que esa novicia especial puede haber traido de oriente, jejeje!
ResponderEliminarUn abrazo
los secretos de los cocineros y
ResponderEliminarcocineras,nunca se deben de revelar. Es su mejor capital. ADemás está castigada por la ley contra el espionaje industrial.
suponiendo claro está que se trate de una industria, y estas mojas tan hacendosas, supongo que debae pagar impuestos (jajaja)
Un saludito
Pues vaya con la monjita!...Qué será lo que le pone a los suspiros?...pues lo que tu dices ja ja ...mucho amor!
ResponderEliminarUn beso
¡Cuidado con la santa inquisición, hermana!
ResponderEliminar¡Buen relato..conventual! :)
Bss
Vamos, que sor Marie, se convirtió en la Ferrán Adriá del Convento Santa Cándida. ¿Conseguirá una estrella Michelín, por su aportación afrodisiaca?
ResponderEliminarEntretenido y agradable de leer.
Besos
Pásate por mi blog y tendrás un premio que te recordará mi primera convocatoria. Muchas gracias por participar
ResponderEliminarSeguro que los secretos ingredientes
ResponderEliminar"estimulantes" para el paladar y para otras partes del organismo, tuvieron su origen en conventos de las manos virtuosas de otras tantas Maries.
Un fuerte abrazo.