Imagen tomada de Internet
Cándida se pregunta cuantas líneas rojas se pueden sobrepasar por amor, cuantas concesiones se deben dar a la pareja, cuanta paciencia hay que tener. Cándida cree en el amor y sabe que una vida sin él, no es una vida completa. Así lo sentía antes de conocer a Ismael.
Lo suyo fue un flechazo directo al corazón. De la noche a la mañana Ismael entró en su vida con la fuerza de un huracán, revolucionando todo su ser de pies a cabeza. No tenía ojos nada más que para él. Vivía, sentía, respiraba por y para él. Era su objeto de devoción, su talismán, su religión.
Sin embargo, Ismael no la correspondía ni de lejos. Pero eso Cándida no lo veía, deslumbrada como estaba por las galanterías que le dedicaba cuando estaban juntos.
Los meses fueron pasando, las citas se fueron distanciando y las galanterías se fueron diluyendo. Cándida lo achacaba a lo ocupado que estaba con su trabajo. No era posible que renunciara a estar con ella porque sí. Un amigo le decía que lo vio en varias ocasiones de parranda con los amiguetes.
-¿Es que no puede salir con sus amigos, o qué? -contestaba.
Otra amiga que se lo encontró en el cine con una chica.
-Tú lo que tienes es envidia por no tener un novio tan apuesto como Ismael y me quieres hacer mala sangre inventando cosas para que rompa con él- le espetaba
Y así, cada poco tiempo llegaban a los oídos de Cándida rumores que ella se negaba a creer. No, todas aquellas habladurías no podían ser ciertas. Se repetía para sí, en un mantra incesante, que Ismael la amaba. Hasta que una tarde, estando juntos en casa de ella, Ismael recibió una llamada telefónica urgente y tuvo que marcharse a toda prisa, dejándose el ordenador portátil sobre el escritorio...
Cándida, recelosa de que los chismes que escuchaba pudieran tener algo de cierto, buscó en el disco duro información que pudiera comprometer a Ismael. Y, ¡vaya si la encontró! fotos, e-mails, conversaciones en redes sociales... De un plumazo, se le cayó la venda que durante tanto tiempo había llevado en los ojos. Se sintió estúpida por no haber escuchado a sus amigos, estúpida por creer que su relación con Ismael iba bien, estúpida por agarrarse a una ilusión que se deshace como un castillo de papel bajo la lluvia.
Era evidente que Ismael no le era fiel y entonces comprendió que no hay nadie más ciego que quien no quiere ver.
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Por mucho que se cuide, el engaño termina por dejar pistas imborrables. Otra cosa es que no se quieran mirar o que los halagos nos hagan perder la visión.
ResponderEliminarBesos.
Buenas Mar , me gusto mucho tu entrada , el amor ciega y a veces no queremos verlo ..hasta que somos nosotros mismos los que descubrimos el engaño ..
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y feliz día con todo cariño te deseo .
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuen ejemplo que se puede extrapolar a cualquier ámbito. En este caso la ceguera no es aconsejable, en otros, es una forma de vida que ayuda a muchos a (sobre)llevar un mundo nada fácil.
ResponderEliminarUn placer leerte, Mar.
Bsoss, y feliz tarde 😘
En este caso la fe le sirvió para poco, los buenos amigos valen mucho más que una mera obcecación e intuición, siempre debías de pensar que lo hacían para ayudar; pero siempre se dice que el amor es ciego y en este caso también sordo.
ResponderEliminarUn abrazo
Y es que el amor es ciego, hasta que cae la venda de los ojos. Gracias por sumarte, besos.
ResponderEliminarEse amor ciego del que nadie está libre,alguna vez. Esa fe que se ve destrozada cuando cae al abismo de la realidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Una verdad grande como una casa: no hay peor ciego que el que se niega a ver. Una historia muy emotiva. Un abrazo Mar
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa imagen que has elegido es buenísima. Condensa tu relato.
ResponderEliminarY sí, en las relaciones de pareja no hay que dejar de ser uno mismo para cruzar líneas rojas por un otro al que se tenga fe ciega y amor empedernido.
No hay nada más peligroso que perderse a uno mismo
y sin embargo, sucede con frecuencia. Más de lo que creemos, y sucede independientemente del estatus ola educación.
Cualquier mujer -por lo general se da entre las mujeres por el amor de un hombre- puede, al estar vulnerable en un momento dado, caer en las redes de un depredador. Por eso, más que fe en un otro, mejor tenerla en uno mismo y en sus propias capacidades y nunca, nunca traicionarse a si mismo ni cruzar lo que la propia conciencia no cruzaría.
Un relato que lleva a la reflexión.
Gracias, Mar. Besos
Una historia muy común. Un saludo
ResponderEliminarPara mi esa relación pudiera salvarse a pesar de sus escarceos por internet. No sabría explicarlo mejor, la cosa es que si ese tipo no se ve con nadie tan sólo con esa chica, la relación quizá sí podría salvarse...pero claro, si está con ella y tiene esas citas virtuales con chicas que son de carne y hueso, también la cosa cambia. A mi parecer creo que esas relaciones son virtuales y de poca consistencia; te lo digo por experiencia propia.
ResponderEliminarAsí es, negarse a la evidencia no es ni lógico ni aconsejable. Lo suyo es darse de cara con la realidad y tomar decisiones.
ResponderEliminarSAludos.