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Para este jueves, Mónica nos propone cinco títulos de libros: Los enigmas de un sueño, La lucidez de los locos, Mixturas de un recuerdo, Alétheia (la verdad evidente), Que parezca un accidente.
Debemos elegir uno y escribir sobre él.
Mixturas de un recuerdo
En la calle, los tiritones que daban las ramas heladas atestiguaban lo fría que era aquella mañana de los primeros días de invierno.
En la chimenea encendida, él se ocupaba de atizar los gruesos troncos de oliva*; avivaba la lumbre para que el calor inundara toda la estancia.
En la cocina repiqueteaba el aceite sobre el fogón mientras se doraban los picatostes que ella preparaba para desayunar.
En la mesa, picatostes con azúcar, chocolate y café.
Los dos ocuparon su sitio habitual para el desayuno. Entre sorbos de café y humeante chocolate conversaban a media voz, justo con el tono que no rompía demasiado el silencio. No hablaban de nada en concreto. El tiempo, contado en decenios, se había encargado de rescatar de la privacidad de cada uno, todos sus secretos.
Apoyada en el marco de la puerta, los miraba; y guardé para mi, con la codicia del avaro, aquella sencilla estampa, regalo de lo cotidiano.
* En Jaén se suele llamar al olivo, oliva.
* En Jaén se suele llamar al olivo, oliva.
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Que recuerdos tan llenos de vida, aunque hayan pasado toda esa vida, el silencio compartido de un desayuno al lado del fuego es tan bien el amor de toda una vida ..Muy lindo .
ResponderEliminarUn buen jueves .
Pues las décadas pasadas, son tan cotidianas de ternura, que bien vale conservar ese recuerdo congelado.
ResponderEliminarUn abrazo
Cambio el tronco de la oliva, (también se llama así en La Mancha), por la lumbre de una "cepa" y unos "sarmientos" y deja las "rebanás" con azúcar y el café para que yo tambien recuerde esa escena natural y cotidiana del tiempo pasado que viví.
ResponderEliminarGracias y un beso.
Besos.
Es que sí: hay momentos que son de colección, sean mixtos, mixturas, o sagrados minutos de la vida cotidiana, cuando bien la llevamos. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarInstantes para recordar y rescatar de la memoria para sacarlos a relucir.
ResponderEliminarMuy bonito tu relato juevero.
Besos enormes.
Gracias, Mar, por esta estampa llena de recuerdos cotidianos llenos de ternura.
ResponderEliminarBesos
Sé de lo que hablas. Hay momentos fugaces en los que uno toma conciencia de lo terrible que es el paso del tiempo y alertando todos los sentidos, se concentra en intentar preservarlo para la posteridad. Un abrazo y muchas gracias por pasar y por participar.
ResponderEliminarParece que la que estaba en el quicio de la puerta estaba yo, tal cual has descrito la escena ¡¡¡Qué bien!!!
ResponderEliminarUn beso con olor a lumbre.
Esos relatos que casi fotograficos te llevan a momentos y lugares magicos ,desayunos esenciales en frias mañanas. Alimento vital para nuestras almas conversando con amigos, prefacio de la aventura cotidiana de un nuevo dia. Hermoso, un abrazo
ResponderEliminarSencillamente precioso. Besos
ResponderEliminarQué escena tan bien descrita, Mar, digna de guardarla en la memoria.
ResponderEliminarUn besazo enorme
Es como una postal llena de encanto. Aquello que se gana con el paso del tiempo. Tal vez sea rutina pero también ese cariño que supera al amor y que nos sigue permitiendo el respeto.
ResponderEliminarDe niña, alguna vez mi madre nos daba pan frito con azúcar para mojar en la leche.
Un beso enorme.
Hay muchas instantáneas que podríamos guardarnos durante el día, pero desafortunadamente miramos deprisa, sin ver. Saludos.
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