Imagen tomada de Internet
Aquí estoy: tocando fondo. Sí, lo se, bien empleado lo tengo por ser una golosa y andar, o mejor dicho, volar metiéndome donde no debo. Pero..., siempre hay un pero, una justificación por burda que sea, que ni yo misma me la creo, para intentar salir airosa del fregado, o baño, en el que me he metido.
Así empezó todo.
Me disponía a atacar una migaja de brownie que aquel niño descuidado dejó caer en la mesa, cuando mi olfato me detuvo en seco. Un aroma dulzón venía de la mesa contigua... todo un manjar para mis finos sentidos. Levanté vuelo, veloz como un rayo, y en un tris localicé la fuente de tan placentero elixir: una magnífica copa de anís recién servida al caballero de pelo entrecano. Me posé en el borde y aspiré hondo hasta empacharme con el olor; después me lancé en picado a degustar el licor. Tan glotona como soy, bebí hasta mucho más allá saciar mi ansia (eso es gula, diríais los humanos). A la hora de retirarme, algo falló. Sentía la cabeza aturdida, la copa giraba en torno a mi, las alas no me levantaban y mis patas mojadas tiraban hacia abajo de mi como si de ellas pendieran anclas de plomo.
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Hola Mar, un placer volver a leerte dentro de los jueves.
ResponderEliminarTu microrelato es divertido y encantador, se lee con una constate sonrisa. Pobre bichejo, bocracho perdido por meterse en copa ajena.
Un abrazo.
Gracias. Un placer volver a verte por estos lares.
EliminarMe he divertido mucho con cuando se me ocurrió la idea y después, al escribirlo.
Bss.
Hola Mar. A mí me hubiera pasado igual con ese brownie o cualquier cosa de chocolate :)
ResponderEliminarGracias por participar de este jueves.
Besos
Hola Tere. Jajajaja, bueno con un brownie te pues empachar, pero no emborrachar como la glotona de la mosca.
EliminarBss.
Hola Mar. No te conocía, gracias a Teresa, ya sé de tí, esta es la magia de JUEVEANDO.
ResponderEliminarUn relato corto pero divertido y ameno. ME GUSTÓ.
Amistosamente.
Gracias. Ya has pasado con anterioridad por mi blog, pero me da que no te acuerdas :)
EliminarBss.
O sea que la borrachera no es exclusiva de los humanos.
ResponderEliminarBien contado, Mar.
Un abrazo.
No,hay borrachuzos en todas las especies :D
EliminarBss.
Jajajaja! Muy bueno el relato contado desde el punto de vista de la mosca, o lo que sea, y es que el anís tiene que resultar verdaderamente irresistible!
ResponderEliminarUn gusto leerte!
Si, es una mosca, de esas pesadas que no dejan de molestar, pero que esta vez se metió en camisas de once varas.
EliminarBss.
Sencillamente genial! Que tierno y divertido relato! Me encantó!
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Sindel. Creo que la mosca no piensa lo mismo.
EliminarBss.
Es que los hombres entrecanos tenemos por costumbre elegir bebidas que atraen por su aroma. Claro que muchas veces sólo se nos acercan las moscas. Es el destino del hombre que está solo y espera.
ResponderEliminarDivertido relato.
Abrazo.
Jajajaja! Como eres, Navegante! Ya será menos. Solo espero que no fuera en tu copa de anís donde fue a parar la susodicha mosca.
EliminarBss.
Magnifico personalización lo has clavado muy bueno.
ResponderEliminarHola Mar, un placer volver a leerte.
ResponderEliminarTu microrelato es divertido y encantador, se lee con una constate sonrisa.
Gracias por tu paso al blog espero leerte de nuevo.
Besos
Jolines si era una mosca golosa, me has tenido despistada hasta el final. Divertida historia, besos.
ResponderEliminarDespués de la copa de anís no quedaron deseos del panecillo, divertido relato.
ResponderEliminarBeso