En el fondo del cajón, encontré una caja de madera. Por fuera la adornaban pequeñas hojas realizadas con incrustaciones de nácar y algunas flores, en la propia madera, talladas. ¿Que podía contener aquella caja, tan primorosamente decorada? Abrí el broche y subí la tapa. Dentro había dos mazos de cartas, con sendos lazos púrpura atadas, un camafeo y un reloj de bolsillo.
Tomé
el reloj y mis dedos se enredaron, juguetones, con la cadena. Lo abrí
para ver su esfera, y descubrí en el reveso la tapa, la foto en blanco y
negro de una joven bastante agraciada. Solté el reloj y con la prisa
que la curiosidad me dictaba, cogí el camafeo y lo abrí para examinar su
interior. En un óvalo aparecía la misma foto del reloj; en el otro, la
de un apuesto y joven caballero.
No
era difícil adivinar que aquellas cartas, envueltas en sobres
desgastados, eran la correspondencia entre dos enamorados. No me atreví a
leerlas, por respeto a la privacidad e intimidad de aquellos amantes.
Sólo osé echar un fugaz vistazo a las caligrafías: una trazada con
cierto nerviosismo y desespero; la otra, hecha sin prisa y con esmero.
Mas ambas escritas con pluma y tintero, sobre papel color sepia,
coincidían al despedirse con un te quiero.
Un precioso relato que detalla un instante, un hallazgo, la curiosidad.
ResponderEliminarMe ha encantado la historia.
un beso
Un tesoro, caja y contenido. ¡Yo hubiera sido incapaz de contener la curiosidad por conocer el contenido de esas cartas!
ResponderEliminarUn relato con misterio, nostalgia y mucha belleza. Un placer leerte.
Besos
Muy bien narrado. Interesantes esas cartas que nos transportan a un pasado que no vivimos.
ResponderEliminarEsas cartas antiguas, traen la nostalgia de un tiempo pasado, no sabemos si peor o mejor; pero siempre se recuerdan con añoranza.
ResponderEliminarUn abrazo
¿Que clase de lazos se pueden poner a un manojo de cartas escondidas en una carpeta del ordenador?.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que las cartas de amor, desaparecidos ya los amantes, quizás busquen ser encontradas y leidas por otros -siempre con respeto- porque de esa manera se eternizarán los sentimientos de quienes las escribieron convirtiéndose en primoroso símbolo de lo que fue alguna vez y aún sobrevive a la muerte.
ResponderEliminar=)
BELLÍSIMO, MAR. Y la tinta sobre el papel tiene esa historia que se palpa y se huele, además de leerse. Es por eso que, a pesar de tener un blog y tal, comparto la afición de mi esposa por recrearme sobre los trazos de tinta, vamos, es que no hay comparación posible.
ResponderEliminarUn besazo!!!
Un relato tan tierno que emociona, muchos secretos escondidos en esas cartas que merecen ser respetados, y una historia de amor de viejos tiempos que deja una sonrisa a quien la imagina a través de tus letras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Leer esas cartas es revivir una vieja y bella historia, un homenaje a aquel amor. Yo, las habría leído. :)
ResponderEliminarBss
Eran otros tiempos que tú reflejaste muy bien.
ResponderEliminarPienso que deberían ser leídas, para que la que las historias que cuentan trasciendan.
ResponderEliminarCreí haber dejado mi comentario, disculpas.
ResponderEliminarEs lo mismo que abrir la caja de Pándora, un misterio, un reloj, una caligrafía, un delicado amor. ¿Tenemos derecho a revelarlo? Sin embargo, cuánta exquisitez desprenden. Otras maneras hoy olvidadas.
Besos.
Esas cajitas de madera por lo general, conservan las voces del pasado. Para ser sincera, no podría vencer mi curiosidad y dejar allí, sin leer esas cartas. Creo que toda historia tiene lo suyo, pero ese ir y venir de cartas de enamorados... son aire del tiempo echando a volar. Precioso relato!
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
El olor de las cartas amarillentas, los sentimientos sellados con tinta y atados con lazos de colores....que lindo, un tesoro de papel.
ResponderEliminarUn beso
Me encanta volver a leerte. En esta apuntas una historia que, por respeto a la privacidad de los protagonistas no conoceremos, pero que imaginamos.
ResponderEliminarBesos.
Buen texto, interesa de principio a fin, con ese "Te quiero" final nos imaginamos una indescriptible aventura que dormirá en el anonimato de tu discrección.
ResponderEliminarBesos
Cuánto de menos echo aquellos correos en los que nos dejábamos en la tinta y el papel, el corazón y el alma.
ResponderEliminarBesos, Mar.