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Haiku enviado por Encarni del blog Brisa de Venus










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Atan proyectos,
vetan limitaciones,
desamarra ira

Haiku enviado por Esilleviana del blog Señuelo de tus palabras



 
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En la víspera de Navidad, la luna, con su majestuoso manto blanco bajó del cielo y tocó a mi puerta. El viento frío de la noche, entró en casa y en un susurro me preguntó cual sería mi deseo para esta Navidad. Lo que yo deseo, no me lo puedes traer; no es nada que se pueda envolver en papel de celofán y atarlo con una bonita cinta roja, contesté. No te rindas; inténtalo siquiera una vez: pide aquello que tanto deseas y no te atreves a nombrar; replicó la luna. 

Un nudo de emoción se me instaló en la garganta, las lágrimas del corazón acudieron en su auxilio y entre ambos ahogaron mi voz. Ni una palabra de mi boca salió.
  
El viento y la luna se miraron, cómplices. Adivinaron por mi semblante que aquello que tanto quería no era de este mundo, no era de aquí y sin mediar palabra, supieron que por unos instantes me podían hacer feliz. La luna chascó los dedos y el viento partió veloz en busca de la estrella del Norte... 

Una comitiva de estrellitas brillantes se posó el alféizar de mi ventana. Me traían el aroma de tu piel, la calidez de tus abrazos, el azul de tus ojos y la luz de tu sonrisa. Y en el punto más alto del firmamento, un destello iluminó tu imagen. En la distancia, acaricié tu rizos dorados y antes de que te desvanecieras te mandé todo mi amor en un beso. 


Tema: Paint the sky with stars - Enya


Más relatos en casa de Judith

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Haiku enviado por  Juan L. Trujillo








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De entre todas las reflexiones que nos ha dejado Nelson Mandela como legado, he elegido esta, porque está llena de sentido común (del que tan faltos estamos en estos tiempos).







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Cinco jilgueros 
cantan en mi ventana.
No hay dios que duerma.

Haiku enviado por Valaf del blog Eärendil



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El convento de Santa Cándida, como cada año por estas fechas, ha vuelto a abrir el despacho de dulces que, con mucho amor (…), elaboran las monjas. Mazapanes, turroncillos, hojaldradas, bizcochos, empanadillas... y el producto estrella, no por lo conocido sino por el éxito de ventas que obtuvo la temporada pasada: los suspiros de monja.

Hace unos dos años entró una novicia, Marie, en el convento venida de tierras lejanas, sí, de aquellas llamadas del sol naciente (los caminos del señor son inescrutables..., dicen). Trajo consigo, además de su vocación y su fe, maña para la cocina, condimentos e ingredientes desconocidos, en su mayoría, por las hermanas. 

No tardó mucho en familiarizarse con los fogones y con las costumbres del convento; y cuando ella cocinaba para las demás, no dudaba en dar su toque particular a los platos, que en el refectorio eran recibidos como evidente aprobación por parte de las monjas. De ahí que cuando llegó la hora de elaborar los productos navideños, Marie, por iniciativa propia y en secreto, añadió uno de esos ingredientes exóticos a los suspiros de monja... y el resultado fue un éxito total de ventas.

No es de extrañar que en estas frías mañanas, haya una larga cola, de gentiles damas y nobles caballeros, en puertas del despacho del convento. Se ha corrido la voz que los suspiros de monja del convento de Santa Cándida no sólo sacian paladares exigentes.

Más historias de conventos en Rhodea Blason
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Haiku enviado por Neuriwoman